Pocas
veces en época reciente un Super Bowl había centrado tanta atención en detalles
externos al juego en sí mismo. El enfrentamiento de los hermanos Harbaugh y el último
partido profesional de Ray Lewis, son apenas dos de las tantas cosas que se han
discutido esta semana en Louisiana. Quizá lo más importante de todo sea que
apenas por segunda vez en la era del Super Bowl (desde 1970), los equipos que
perdieron la final de conferencia del año previo se enfrentan en el juego
grande. Es la expresión del techo de maduración en dos rosters armados para
alcanzar el partido del domingo. Mercedes Benz Superdome recibirá a dos equipos
cuya ventana de oportunidad no será mucho más amplia en lo inmediato. Con eso
en mente, llegan Ravens y Niners a New Orleans. Es una lucha de fuerzas, no de
estilos. Por lo tanto, la ventana se abrirá para el que ejecute mejor la idea
que los trajo a ambos hasta aquí. Lo que está asegurado es que el proceso
significará un espectáculo más que entretenido, cuyos detalles revisamos a
continuación.
Ofensiva
San Francisco v Defensiva Baltimore.
Es
la historia de tres momentos y como los que parecen cambios, son solo la
consolidación de una filosofía. Momento 1:
durante la temporada 2011, con Alex Smith como QB todo el año, los Niners
pasaron en 49.9% de sus jugadas ofensivas y corrieron en 50.1%. Momento 2: durante las primeras 9
semanas de la temporada 2012 (Smith se lesiona en el primer drive de la semana
10 y ese es el primer partido completo de Colin Kaepernick), San Francisco envió
pase en 49.9% de sus snaps ofensivos y acarreo en 50.1%. Momento 3: con Kaepernick como titular, los Niners enviaron pase en
48% de snaps y acarreo en 51% (la relación promedio en la liga es 57-43). Conclusión: aun con las capacidades de
playmaker que aporta Colin Kaepernick, los Niners son un equipo más corredor
con él que con Alex Smith.
San
Francisco es equipo de mayor vena corredora que llega al Super Bowl desde los
Bears de 2007. Desde la asunción de Kaepernick, enviaron más acarreo en primera
y segunda oportunidad. Solo en tercera se equilibra la balanza en el libro de
jugadas del coordinador ofensivo Greg Roman. Todo esto lleva a una conclusión
bastante simple: detener el acarreo es detener a los Niners. En los partidos de
ronda divisional y conferencia, fue el acarreo el que asentó a un Kaepernick
que no produjo nada de entrada (INT v Green Bay – 3 y fuera v Atlanta). Fue
entregarle el balón a Frank Gore lo que genero espacios para que el juego de
pase viera alguna luz. Sin embargo, hay dos cuestiones que hacen de ese juego
terrestre uno tan eficiente: el talento de la línea ofensiva y los conceptos de
la read-option.
La
línea ofensiva de los Niners es de las más pesadas y versátiles de la liga. El éxito
de la read-option ha estado en como los Niners se han adaptado perfectamente a
lo que los rivales les plantearon. Contra Green Bay, había persecución clásica de
las alas externas y no habían espías en la caja, el resultado fue que
Kaepernick logro vender la finta tan bien que impuso una marca en yardas
terrestres. Contra los Falcons, el QB de San Francisco enfrento un reto
diferente, con alas que iban directamente contra el pasador sin detenerse en la
lectura de la finta, el resultado fue que siempre terminaran fuera de sitio en
el intercambio de balón y con Frank Gore quemándolos en zona roja. Aun con el éxito
que han tenido los Niners corriendo por fuera de los tackles en playoffs (8.5
yardas por acarreo), es el acarreo por el centro el que ha solidificado su
ataque. Básicamente porque es el lugar donde el bloqueo en zona domina espacios,
especialmente en jugadas donde alguno de los guardias se desliza al costado
opuesto a bloquear en segundo nivel.
La
que enfrentaran el domingo es una defensiva contra el acarreo que ha mejorado
tremendamente en enero. La mejoría se basa en gran medida en el regreso de Ray
Lewis, pero también en tener una base de veteranos sanos, por primera vez en
mucho tiempo. La mejor demostración de eso es que tanto Lewis como Ed Reed han
jugado todos los snaps defensivos de los Ravens esta postemporada (271). Baltimore
admitió en los últimos 3 partidos, promedios de 3.7 yardas por acarreo por el
centro de la línea y 3.6 yardas por acarreo por los costados de la línea. Una mejoría
extraordinaria, respecto a las 4.3 y 4.5 que admitían en temporada regular.
Eliminando la aberración esquemática de Dom Capers en el divisional, los Ravens
pueden aprender mucho de lo que Atlanta mostro hace dos semanas en Georgia
Dome. Como mencionamos hace algunas líneas, los Falcons solo se comprometieron
con detener una parte de la read-option (la parte Kaepernick). Sostener la
esquina y no sobre-perseguir al pasador ante la finta, como lo hizo Atlanta, es
la primera enseñanza. Lo segundo es el éxito de las cajas de 8. Atlanta coloco
en al menos la mitad de sus snaps a 5 jugadores en la línea y apenas en 20% de
los snaps a dos o más jugadores con la mano en el terreno. Esas presentaciones
colocaron a Kaepernick en problemas al momento de ajustar bloqueos antes del
snap. Baltimore puede hacerlo, aunque su personal de 3-4 quizá no ayude
demasiado. Por el centro, Ma’ake Kemoeatu
y Terrence Cody se comparte los downs como tackle nariz. Kemoeatu ha sido mucho
más efectivo atrayendo y trabajando dobles marcas por el centro. Cody, es un
especialista es colapsar bolsillos desbalanceados en presión de 4. Les tocara trabajar contra 950 libras de
movilidad pura, especialmente contra Mike Iupati y Alex Boone que trabajan más
que bien el segundo nivel.
El
trabajo aéreo es otra historia. La relación porcentual pases-acarreos de los
Niners de Kaepernick por down es bastante descriptiva de lo que es su filosofía
ofensiva: 46-54 en primer down, 39-61 en segundo down, 66-34 en tercer down. Cada
Down tiene su historia. En primer down los Niners tienen todas las opciones
abiertas. Es donde son más peligrosos y es donde Kaepernick ha enviado la mayoría
de los pases largos que intentó esta temporada: 25% de los pases en primera
oportunidad viajaron más de 15 yardas. Segunda oportunidad es el reino del
acarreo y tercera oportunidad es donde Kaepernick tiene su peor promedio de
pases completos, yardas por intento y rating (52.5% - 7.4 yardas por pase
intentado – 86.8 de rating). En tercera y más de 5 yardas por avanzar, San
Francisco fue la décima peor ofensiva de la liga desde la semana 10. Claro, su
ofensiva apenas los ha colocado en esa situación 49 veces con Kaepernick en los
controles.
La
clave de los Ravens para detener el juego de pase es eliminar la primera
lectura. Obligar a Kaepernick a convertirse en algo que no ha tenido que ser
hasta ahora: un pasador de progresión de lecturas bajo presión. Otra de las
mejoras que ha logrado la defensiva está en la presión. Enviando 5 pass rushers
o mas este enero, Baltimore admite 51,7% de pases completos, con 5.9 yardas
promedio por pase intentado, 1 TD, 4 INT’s. El problema con la presión contra
esta versión de los Niners es que si la carga implica marca hombre a hombre, y
en el preciso instante que un miembro de la secundaria de la espalda al
bolsillo, el pasador de los Niners explotara ese espacio para la cantidad de
yardas que entregue. Ese fue el pecado original de Dom Capers y los Packers.
Pretender presionar a un scrambler, sin espías en la caja y sin cargas en zona.
Cuando la marca sea mano a mano, la clave estará en dejar un espía contra el
acarreo. Un jugador libre en la caja que siga los pasos de los miembros
elegibles del bolsillo, para el coordinador defensivo Dean Pees, ese jugador
usualmente es Ed Reed o Bernard Pollard. San Francisco no entrega demasiadas
amenazas externas per se. Los mejores años de Randy Moss ya pasaron como
corredor de rutas profundas, y Michael Crabtree es una amenaza solo si se
encuentra mano a mano. Desde la lesión de Lardarius Webb, los Ravens juegan “cuartos”
en secundaria. Una forma un poco elegante de hablar de “Cover 4”. Esto es, básicamente,
que cada miembro de la secundaria, en formación base (2 esquineros, 2
safeties), se encarga de un cuarto del terreno en zona. Ha funcionado más que
bien para tapar las limitaciones de Cary Williamas y Corey Williams en el mano
a mano. Ese esquema tiene solo una debilidad y son las drop-zones, es decir,
los espacios donde un defensivo en zona entrega la marca al responsable de la zona
siguiente. Esas ventanas mínimas que entrega el esquema serán claves si
Kaepernick sabe aprovecharlas. Hasta ahora, ni Peyton Manning ni Tom Brady
pudieron hacerlo.
Claves
del enfrentamiento:
1.-
Batalla de espacios:
la caja de Baltimore debe ser lo más disciplinada posible sosteniendo
asignaciones en gaps (espacios) de la línea. Especialmente en los costados,
donde el más mínimo movimiento en falso de los apoyadores externos les costara
contra Gore, como ya le costó a Atlanta.
2.-
Lecturas en progresión:
es el examen que nadie ha hecho tomar a Colin Kaepernick y que los Ravens deben
obligarlo a responder si quieren tener oportunidad. El 95% de los pases que
enviaron los Niners este playoffs fueron desde el bolsillo, es decir,
Kaepernick no está precisamente hecho para pasar en la carrera. Colapsar el
bolsillo y obligarlo a salir es opción siempre que eliminen su primera opción por
diseño (usualmente Michael Crabtree).
3.-
Violencia: un
pasador con 9 titularidades NFL que no ha recibido aún golpes de envergadura,
es una especie de platillo exótico para cualquier defensiva del norte de la
AFC. Si en alguna escapada del bolsillo o en alguna presión ven algo de
violencia extra contra el pasador de los Niners, no se sorprendan. Es la receta
Baltimore para ablandar pasadores, vigente desde 1999.
Ofensiva
Baltimore v Defensiva San Francisco
Eli
Manning dijo a comienzos de la temporada pasada que se consideraba un pasador
de elite. El 80% de los medios hizo mofa del comentario y Manning lo refrendo
con su segundo anillo de Super Bowl. A mediados de esta temporada Joe Flacco
hizo algo parecido. Claro que en su caso tiene otras implicaciones (año de
contrato) y el porcentaje de medios que hizo mofa del asunto fue inferior, solo
porque Flacco juega en un mercado mucho más pequeño que NY. El tema es que
considerarse elite parece ser el tema de estos días entre los pasadores de la
liga. Después de todo, es la era de especialización del pase. Para el pasador
de los Ravens es momento de probarse como el verdadero centro de esta ofensiva.
Desde la salida de Cam Cameron, el acarreo y Ray Rice han tenido mucha más participación,
pero en los momentos difíciles, el balón siempre fue a las manos de QB. Es la
escuela de Jim Caldwell, que viene de trabajar en Indianápolis con el hermano
de Eli Manning y entiende perfectamente bien la fórmula para ganar estos días.
Baltimore
hizo dos movidas interesantes al final de la temporada regular y al inicio de
playoffs.
Ambos fueron movimientos de bajo porcentaje de éxito en el promedio
de la liga, pero para los Ravens eran una necesidad. Lo primero fue el cambio
de coordinador ofensivo, lo segundo el reacomodo de la línea ofensiva tras la lesión
de Jah Reid al final de la temporada regular. El éxito de esas dos decisiones
se basa en el talento puro de Flacco y Ray Rice y en las condiciones más que
favorables que crearon para su trabajo. Lo que enfrentan el domingo no es
precisamente la colección de talento más profunda que han visto este año (esa,
seguramente, fue Denver). Pero si el reto de esquema más importante que han
enfrentado este año. En ese contexto, la clave será sacarlos de su libreto.
Es
un hecho público, que la mejor faceta del juego ofensivo de los Ravens es el
pase profundo. Aun en un equipo con Ray Rice en nómina, ese ha sido el punto más
fuerte de la ofensiva todo el año. Lo que ha generado Caldwell, han sido
condiciones para que la efectividad del pase largo se haya multiplicado. Desde
la llegada de Caldwell, Flacco completa 47% en pases que viajan más de 15
yardas y un porcentaje similar en pases que viajan 25 yardas o más. Además,
tiene 111.4 de rating y no ha lanzado INT’s. Todo sustentado en un promedio de
yardas por acarreo de 4.55. El set up
del pase profundo es la clave. No es solo acarreo, también mucha pantalla y
trabajo en zona media con Dennis Pitta y Ed Dickson. Si hay algo que en
Baltimore se mantiene de la era Cameron, es lo conservador de sus formaciones
ofensivas. Los Ravens, aun con Caldwell siguen jugando más del 75% de sus snaps
ofensivos en formaciones de personal 11’ (1 corredor – 1 ala cerrada) y 21’ (2
corredores – 1 ala cerrada). Lo que más sorprende es lo predecible de esas
formaciones.
Con
personal 11, los Ravens acarrearon menos del 25% de sus snaps. Con personal 21,
acarrearon en más del 60% de sus snaps. Queda claro que el personal 11 es el de
la bomba, y el 21 es el del set up. San Francisco juega con sus dos safeties
profundos (15 yardas de la línea de golpeo). El funcionamiento es bastante
simple: entregar ayuda a los costados, en una especie de Cover 2 perenne. Si hay
algo que le hace daño a los receptores de los Ravens, en particular a Jacoby
Jones y Torrey Smith, es la cobertura extra. Ese segundo hombre los recibe en
plena ruta y les quita el ángulo de quiebre. Ahí la responsabilidad del esquema
de generar movimientos en el pre-snap, que permitan mezclar las rutas
profundas. San Francisco tuvo problemas en las semanas previas marcando “bunch”
(concentración de receptores en un costado específico), cerca de la línea.
Donte Whitner en particular se vio bastante mal marcando la ranura contra esas
formaciones. En condiciones normales, la ranura es responsabilidad de Carlos
Rogers. Y seguramente el enfrentamiento Rogers-Anquan Boldin tenga varios capítulos
en ese lugar. El plan de juego de los Ravens debe aprovechar las bondades del
personal 11’, contra una defensiva cuyos safeties tienen que suplir las
falencias de esquineros no demasiado talentosos: Chris Culliver y Tarrell
Brown.
Con
todo esto en mente, entran en juego Ray Rice y Dennis Pitta. Rice es un
playmaker con don natural para recibir pases. Eso lo convierte en una amenaza
de varias facetas y el uso que le dan los Ravens es más que adecuado. San
Francisco suele marcar corredores con Navorro Bowman y alas cerradas con
Patrick Willis. La velocidad de Rice lo convierte en el jugador con ventaja en
el emparejamiento con Bowman, especialmente en pantallas que explotan la zona
de los flats. Si Baltimore logra llenarle las manos a la secundaria, los
apoyadores quedaran solos marcando a Rice. Entra en ese punto la necesidad de
Flacco de rendir un examen el domingo. SI Kaepernick tiene que demostrar que
puede hacer lecturas en progresión, Flacco debe demostrar que puede ser consistente
en distancias cortas y medias. Es ese precisamente el punto que aleja a Flacco
de ser un pasador de calibre. En la NFL de estos días, si no manejas todas las
distancias, un buen brazo no te salva.
Sumado
a esto, encontramos el duelo en la línea en sus dos facetas. San Francisco ha
sufrido todo el año para poner presión. Ese problema se ha exacerbado desde la lesión
de Justin Smith que ha convertido el aporte de Aldon Smith en uno bastante
pobre. El domingo, los Smiths irán contra el costado parchado de la línea de
Baltimore: Bryant McKinnie y Kelechi Osemele. Llama la atención en particular
el caso de McKinnie, que en semanas consecutivas seco a Dwight Freeney, Elvis
Dumervil y Chandler Jones, tres pass rushers le ganaban en velocidad, pero jamás
pudieron descifrar el juego de los ángulos del veterano tackle. Las cargas por
el centro tienen el problema logístico de la marca de Rice. SI Bowman o Willis
se comprometen con esa tarea, la marca del corredor de los Ravens será responsabilidad
de otro.
El
otro duelo en la línea es el del juego por tierra. La salida de Reid y la inclusión
de Osemele en el costado izquierdo, le ha dado mayor rapidez a la línea de los
Ravens. El personal 21’ es, como mencionábamos, el favorito de los Ravens para
correr. Esa, la formación base de la ofensiva, seguramente será enfrentada con
la base 3-4 de los Niners. Eso incluye a un Isaac Sopoaga que ha tenido
problemas para manejar dobles marcas en el centro de la línea. Teniendo en
cuenta que enfrentara a Matt Birk y Marshall Yanda, es difícil pensar que los
Ravens no intenten enviar gran parte de sus acarreos del centro a la izquierda,
contra Sopoaga, un Justin Smith que regresa de lesión y un Aldon Smith que aún
tiene que trabajar ese aspecto de su juego. El juego terrestre incluye otra de
las formas de set up del pase largo: el play action. Baltimore vende la finta
desde muy temprano, pero dependerá de que tantos elementos hagan falta para
detener a Rice que esa receta funcione durante todo el partido. La finta y pase
es clave para trabajar a los safeties de San Francisco. Los errores que han
cometido tanto Donte Whitner como Dashon Goldson en las últimas semanas han
estado relacionados con ángulos de retrocesos y primer paso post-lectura. Si la
finta funciona y Bowman se ve sobrepasado, necesariamente cambiaran las
asignaciones de los safeties y el juego profundo tendrá mucho más espacio.
Claves
del enfrentamiento:
1.-
Trabajo corto y medio:
Flacco no ha sido precisamente una estrella trabajando estas distancias. Pero
los Niners entregan mucho más en esos lugares que en lo profundo, al menos de
entrada. SI logra convertir temprano, especialmente en zona media, habrá encontrado
una ventaja sustancial contra una defensiva que no suele entregar demasiado.
2.-
Chris Culliver – Tarrell Brown:
eventualmente, alguno de los dos se encontrara mano a mano contra alguno Torrey
Smith y/o Jacoby Jones. Los Niners no suelen entregar más de 4 elementos a la presión,
pero pueden necesitar tener más elementos en la caja contra Rice. SI el diseño
Fangio se impone, esas ocasiones no serán demasiadas pero el que gane esos
duelos tendrá buena parte del partido ganado.
3.-
Rice v Bowman: si
Bowman logra ganar el duelo temprano, los problemas para la ofensiva de los
Ravens comenzaran a surgir. Si por el contrario es necesario que alguien más se
sume a la asignación, el elemento libre en el ajedrez definirá muchas cosas.
Equipos
Especiales: Hoy, Andy Lee es el mejor pateador de
despejes de la liga. Una absoluta garantía. Ha entregado gran posición de campo
a su defensiva en la temporada. Sam Koch no se queda atrás, aunque nadie se
beneficiara más de jugar bajo techo el domingo que el punter de los Ravens. San
Francisco tiene que terminar de resolver quien será el que regrese las patadas.
Ted Ginn y LaMichael James se han turnado en esa asignación, pero no está claro
que el novato pueda manejar ese trabajo en semejante escenario. Justin Tucker
es uno de los mejores pateadores de la liga. Solo fallo 3 intentos de gol de
campo este año, todos de más de 40 yardas y en lugares bastante difíciles (Pittsburgh
y Cleveland). 14 de sus 31 conversiones fueron por encima de 40 yardas, 5 por
encima de 50. Es una garantía. No puede decirse lo mismo de un David Akers que
fallo 6 de 13 de entre 40 y 50 yardas y 4 de 6 de más de 50. Sumen a eso 3
goles de campo bloqueados y su peor porcentaje de conversiones desde 1999 y sabrán
que lo último que quieren en San Francisco es tener que depender de Akers en
los minutos finales del partido. Que jueguen bajo techo no es consuelo, porque
Akers viene de fallar su único intento en Georgia Dome (38 yardas).
Pronostico: Son tan parecidos como los caminos
que los trajeron hasta este partido. Por eso es tan difícil pensar en uno de
los dos sacando una ventaja particularmente amplia en algún ámbito del juego en
la previa. Si el futbol americano es un juego de matchups, lo importante en
ellos es la ejecución. Si se revisa la ejecución de ambos en el último mes, se verá
que fueron los Ravens los que nunca se vieron dominados en ningún aspecto del
juego. Si bien se doblaron, jamás se rompieron. Los Niners necesitaron una
remontada histórica como visitantes para llegar hasta aquí. Si la clave es la ejecución,
siempre habrá que irse con el equipo más veterano. Y, sin ser precisamente fanático
del argumento de la veteranía en estas instancias, es lo único que puede dar
alguna ventaja entre semejante paridad. Ravens
24 – Niners 21.